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Paquimé, ejemplo de conservación de arquitectura de tierra

Paquimé es sin lugar a dudas un ejemplo de adaptación del ser humano a las condiciones adversas que, gracias a su ingenio y conocimiento, le llevaron incluso no solo a guarecerse sino a erigir una gran ciudad.

Cortesia/INAH Cortesia/INAH Cortesia/INAH Cortesia

Se considera que durante la época de esplendor de la Cultura Casas Grandes, aquí en Paquimé vivieron más de tres mil personas. En este lugar convergieron tradiciones culturales tan lejanas como las del Desierto,  las de Occidente y del Centro de México, generando una cultura  distintiva. Sus formas de organización social, sus estrategias de supervivencia, el manejo de sus recursos naturales, su sistema religioso, sus manifestaciones artísticas y los vestigios de su arquitectura han significado un símbolo de inspiración para la cultura contemporánea.

Hacia el año 900 de nuestra era los pueblos del desierto llegaron a los Valles de Casas Grandes y fundaron un centro ceremonial que luego sería  punto de encuentro en las rutas comerciales entre  América del Norte y Mesoamérica. Llegaron cuando sus casas eran semienterradas con techos de ramas y recubiertas con lodo. Formaron pequeñas aldeas de una docena de casas ubicadas cerca de los arroyos.

Mezclando agua y tierra con una renovación arquitectónica hacia los años 1200 d.C. Los paquimenses construyeron las paredes de sus casas empleando madera para modelar los muros. Los techos eran de vigas y tierra apisonada. Construyeron más de mil cuartos para dar forma a Las Casas Grandes que llegaron a tener hasta cuatro pisos de altura.

 El éxito de este pueblo se refleja en sus obras para controlar el agua y a la vez retener el suelo mediante la construcción de trincheras y terrazas.  Estos sistemas se extendieron desde las montañas hasta los valles del río Casas Grandes. En Paquimé el sistema hidráulico es uno de las instalaciones más importantes del complejo residencial. Construyeron  aljibes, canales, acequias, drenajes y laguna de oxidación de desechos, que atravesaban las Casas a través de muros y pasillos ara el manejo del agua en la Ciudad. 

Inscrita desde 1998 en la lista de Patrimonio Mundial por la UNESCO, la Zona Arqueológica de Paquimé destaca no sólo por su referente documental e histórico sino por sus valores arquitectónicos y artísticos. Es por ello que a través del Proyecto Arqueológico Paquimé, dirigido por el arqueólogo Eduardo Gamboa, se llevan a cabo de manera permanente trabajos de restauración y conservación del sitio.

Ya que por su naturaleza constructiva a base de tierra, factores del medio ambiente desértico como son el agua, la nieve y los fuertes vientos (además del turismo), vuelven a Paquimé más vulnerable al deterioro. Anualmente, su índice de degradación es bastante considerable, por lo que se ha tenido que recurrir a aplanados de sacrificio y cubiertas parciales en algunos de sus espacios, como la Casa de los Pilares y la Casa del Pozo.

Lo anterior debido a que ambas áreas comenzaron a presentar afectaciones en sus muros a causa de las lluvias, pero gracias al diagnóstico oportuno de los especialistas es que se han podido tener avances significativos; sin embargo, los proyectos de restauración no son sencillos ni pequeños, llevan tiempo. Por ejemplo, en la Casa de los Pilares se tiene un avance del 50 por ciento y en la Casa del Pozo, de un 60 por ciento.

“Son obras de largo aliento, son un buen ejemplo de la conservación de Paquimé pero son muy lentas”, apunta el arqueólogo Gamboa, quien explica que los trabajos de restauración y mapeo de la zona iniciaron con Charles Di Peso en los años 70 y continuaron con Eduardo Contreras, Roy Bernard Brown y ahora con él como titular.

Gamboa Carrera explica que para la conservación de los muros, de inicio se recubrieron de polímeros; años después, se optó por aplicar aplanados de sacrificio (enjarre del material original que mantiene al núcleo intacto); y actualmente, los trabajos se basan en la metodología de la restauración objetiva, que busca crear diagnósticos, determinar los estados de conservación de los sitios y los factores que inciden en su deterioro.

“El interés es mantener a Paquimé en la lista de la UNESCO. Las cubiertas arquitectónicas son una cuestión que ya lleva muchos años en la mesa de los restauradores y que nos están permitiendo observar cómo era originalmente el sitio. Con esa metodología se convierte a Paquimé en uno de los mejores ejemplos de conservación de arquitectura de tierra en el mundo”, puntualiza.

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