Una fuga de agua puede empezar como una mancha de humedad en nuestra casa. Después, se convierte en la ruptura de una tubería y, en casos más graves, en un boquete en el pavimento.
Por Angélica Ferrer/Sputnik News
Una fuga de agua puede empezar como una mancha de humedad en nuestra casa. Después, se convierte en la ruptura de una tubería y, en casos más graves, en un boquete en el pavimento.
De acuerdo con el informe Numeragua 2022, de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) de México, una fuga de dos gotas por segundo equivale a 475 garrafones de 20 litros al año.
El presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador indicó el 13 de abril que 30% de las líneas de conducción de este líquido presentan averías, lo que provoca, entre varios problemas, el desabasto en diversas zonas del país.
La cocoordinadora de Redes del Agua en México, Georgina Vidriales Chan, afirma que resolver el tema de las fugas de agua representa un reto debido a que debe ser una labor integral entre los organismos gubernamentales y más agentes.
"Parte de la mirada del agua es justamente qué pasa con el abasto y la administración del [líquido] y eso tiene que ver en gran medida con la planeación de la infraestructura en las ciudades. Se requiere llevar un registro de dónde están las líneas de conducción de agua y las de drenaje, [con el fin de conformar] un sistema nacional. Creo que nos falla el esquema en la planeación y en poder administrar la conducción del agua de una forma más eficiente e inteligente", asegura en una entrevista para Sputnik.
Vidriales Chan menciona que una de las causas más frecuentes de fugas es la falta de mantenimiento de las líneas de conducción.
Están relacionadas "con una situación que estamos viviendo en México y es el crecimiento desmedido y poco planeado de las ciudades, [sumado] a la capacidad de inversión de los organismos operadores del agua para dar mantenimiento a las líneas de conducción. Muchas veces, se hacen las obras, pero no se contempla o no da el presupuesto [para sanear y cuidar estos conductos]", señala.
En esta misma línea, el director general de Cántaro Azul, Fermín Reygadas, explica para este medio que las consecuencias de estas averías son diversas y, entre ellas, está el estrés hídrico que genera en el territorio mexicano.
"Esto significa que las necesidades de agua son mayores a la disponibilidad del líquido en el ambiente, por lo que contar con tuberías, acueductos o conductos donde se esté perdiendo el [recurso], va en detrimento de la cantidad de agua que tenemos disponible", detalla.
Sumado a esto, el incremento de las actividades económicas a nivel nacional y la mala gestión de cuencas, especialmente los bosques y las selvas, que son básicos para la retención del agua de manera natural.
Otro tema relacionado son los problemas de filtraciones en las presas que, en algunos casos, ocurren por las tomas de agua que se realizan a partir de estas construcciones para regar el campo, las mismas que pueden presentar fugas.
Tanto Vidriales Chan como Reygadas coinciden en que las fugas de agua afectan a todo el país, por lo que es vital reparar las averías y dar mantenimiento a las instalaciones que transportan el líquido a la población.
De acuerdo con Numeragua 2022, el 96,1% de la población en México tiene acceso al agua potable entubada. De ese porcentaje, un 98% es de comunidades urbanas y un 89,1% de localidades rurales.
"No se sabe de una ciudad que no tenga fugas, pero lo importante aquí es poder gestionarlas de una manera adecuada para que no representen un volumen significativo del agua. Normalmente, tienes un 30% de fugas, que lo ideal sería que no lo tuvieras, pero es una gestión [relativamente] normal ya de una ciudad el estar en [ese porcentaje] desafortunadamente, esto con base en parámetros de buenas prácticas internacionales. Pero es mayor que el 30% en gran parte del país", declara el director general de Cántaro Azul.
De acuerdo con Reygadas, el Gobierno federal destina alrededor de 1.000 millones de pesos a Conagua. En 2016, la inversión era de 6.000 millones de pesos anuales.
De esta cantidad, la mayor parte se destinó a sitios puntuales, como trabajos en la región de la Laguna y para disminuir la falta de agua en Monterrey, Nuevo León.
"Tenemos 20 millones de personas que viven en comunidades rurales y que no tienen agua segura; históricamente han sufrido la contaminación [del líquido] con microorganismos que generan enfermedades gastrointestinales y malnutrición. Además, el [recurso] tiene, en algunos casos, arsénico y flúor (...). [Por esa razón, el presupuesto es insuficiente]; el 98% de él se invierte en infraestructura y menos de 2% en desarrollo y fortalecimiento institucional. Tendrías que subirlo mínimo a un 10% para que tengas instituciones [adecuadas] que brinden servicios de agua", indica.
En su participación, Vidriales Chan sugiere que, además de las labores entre el Gobierno federal y las administraciones locales, se debería hacer una reestructura del sector hídrico.
"Esto también tiene que ver con un asunto de pensar en una nueva Ley General de Aguas, que es lo que requiere el país actualmente", puntualiza.
Vidriales Chan expone que las fugas no solo surgen en los sistemas con los que viaja el agua a los hogares, escuelas y edificios públicos, sino que nacen de algunas malas prácticas que tenemos como sociedad.
"No cuidamos, por ejemplo, que regrese el sapo del baño a su sitio, o dejamos que corra una gotita [de una llave o tubería] y esa se transforma una fuga permanente; eso también hace que sea un ciclo que no podemos romper porque siempre hay ese tipo de situaciones. Hay un nivel de atención que compete a todos los ciudadanos, que es de reparar las fugas en el espacio doméstico, porque ahí sí no hay forma en que entre la autoridad", pondera.
La especialista agrega que otra manera de cuidar y obtener agua es a través de la cosecha de lluvia, que es recolectar el líquido con diversas técnicas, mismas que pueden revisar aquí.
En este mismo tenor, Reygadas invita a la población a invertir en mejores recipientes y bombas para recolectar agua, especialmente en las zonas donde el abasto es por tandeo. Sin embargo, el experto hace énfasis en, especialmente, dejar de normalizar la falta de acceso a este recurso.
"Necesitamos dejar de pensar que es común y que está bien, porque si [continuamos así], acabamos pagando mucho más por el sistema de agua; compramos aguas embotelladas, garrafones o damos dinero a pipas. Con esas acciones, ya pagamos tres veces, cuando podríamos pagar solo una vez por el servicio y eso debemos exigirlo a las autoridades y organizarnos en nuestros barrios. Es como si nos hubiéramos enfermado y no pudiéramos salir de esa condición; no es una situación positiva para nadie", concluye.
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