Victorio, fue inspirador del Espíritu Revolucionario.
El jefe Victorio, un hombre mestizo cuya leyenda señala que a la edad de 6 años cuando se llamaba Pedro Cedillo, fue raptado de un rancho chihuahuense, adoptado por la tribu chiricagua y educado como propio hasta alcanzar el liderazgo de apaches de todas las tribus que lo siguieron en su guerra contra el hombre blanco.
La estatua dedicada al indio apache Victorio, de la tribu de los chiricahuas, está ubicada a orillas del Río Sacramento (periférico Lombardo Toledano y salida a la carretera a Aldama) en Chihuahua, capital.
Se sabe que aunque los apaches fueron los dueños originales de lo que hoy en día es el Estado de Chihuahua, nunca se les ha otorgado el lugar que representan, al contrario en ocasiones se les recuerda como asesinos salvajes, cuando en realidad lo único que hicieron fue luchar en defensa de su territorio.
Se dice que Victorio era mestizo y que de niño vivió en la hacienda de Encinillas, Chihuahua, su nombre verdadero era Pedro Cedillo, que en marzo de 1849 un grupo de apaches se lo llevó tras un ataque a la hacienda, en dicho ataque su madre María Cedillo falleció. Al paso de los años se volvió apache, aprendió la lengua y se adaptó a la vida del grupo. Desde joven empezó a participar en las correrías que los indios hacían en México, para robar ganado, junto con líderes indios como Nana, Mangas Coloradas, Gerónimo, y otros.
La verdadera consumación se dio bajo el mando del jefe Victorio quien, siendo indio apache de la tribu de los Chiricahuas, se consolidó como el líder invicto de una banda de aproximadamente 300 guerreros para la luchar contra los blancos, quienes finalmente fueron derrotados hasta la muerte, lo cual provocó la decadencia y caída de los grupos apaches.
Tras el asesinato de su esposa, Victorio, se convirtió en el más sanguinario de los jefes apaches y destacó entre ellos por su postura violenta y excesiva. Ganó poder sobre Magnus, heredero del poder apache. Bajo su mando se agruparon otros jefes como Ju (también llamado “Loco”, Zele, Chato, Jerónimo y Nana).
Entre 1872 y 1880 Victorio se convirtió en el terror a ambos lados de la frontera, donde los correspondientes ejércitos buscaban capturar o matar al jefe apache. Después de perseguirlo durante mucho tiempo, el coronel Joaquín Terrazas, “el azote de los indios” después de perseguirlo durante mucho tiempo a Victorio por el desierto chihuahuense, logró derrotarlo. Terrazas, al igual que Victorio, fue un hombre excepcional. Fernando Jordán, en su libro Crónica de un país bárbaro, dice sobre Terrazas: “Fue, en suma, un hombre singular y un personaje de leyenda. A su lado, Búfalo Bill no hubiera sido más que un boy-scout. La árida tierra chihuahuense no ha vuelto a producir un hombre semejante.”
Después de un tiempo de andanza en Arizona, en junio de 1880, Victorio volvió a Chihuahua para continuar con más ánimo sus ataques en México. Don Joaquín Terrazas reunió un cuerpo de 350 voluntarios armados, provenientes de distintos puntos del estado. En este contingente participó un grupo de rifleros tarahumaras, de la comunidad de Arisiachi. Los tarahumaras también habían sido víctimas de los apaches, como represalia por participar en anteriores persecuciones contra los chiricahuas.
En el año de 1879, la marcha de Victorio no fue tan rápida ya que llevaba consigo un gran número de familias apaches. Para ese entonces Victorio fue fuertemente perseguido por las caballerías de los ejércitos de México y de Estados Unidos. Durante la persecución, se internó en la Serranía de Chihuahua, donde decidió descansar y refugiarse en el paraje de Tres Castillos, donde las tropas Mexicanas al mando de Terrazas lograron cercarlos el 14 de octubre de 1880.
La batalla dio inició por la tarde, los apaches se vieron forzados a una lucha frontal cuando quedaron frente a frente la columna de Terrazas y dos grupos de apaches. Las dos columnas avanzaron a toda velocidad. Dos corredores tarahumaras, Mauricio Corredor y Roque, se adelantaron, con sus pies ligeros, a la columna de Terrazas y a escasos metros de los apaches, dispararon.
El indio que hirió mortalmente a Victorio, fue Mauricio Corredor, conocido ampliamente por su habilidad con las armas. La muerte del jefe propició la derrota apache, aunque la lucha continuó toda la noche y parte del día del 15 de octubre. Los últimos apaches resistieron desde una pequeña cueva. No aceptaban la rendición, y varias horas después fueron aniquilados. A partir de ese golpe, la apachería ya no volvió a recuperarse, continuando así sus incursiones de vez en cuando hasta 1886.
Al amanecer del 15 de octubre, la masacre contra los apaches se inicia... la otra versión
Por Victorio también existía una recompensa luego de que liderando una partida de chiricahuas escapó de las reservaciones norteamericanas, y se asentó en las cercanías de la laguna de Guzmán, en el noroeste del estado de Chihuahua, justo donde Terrazas tenia parte de sus haciendas ganaderas.
El gobernador mando llamar a su pariente, el coronel Joaquín Terrazas y tras dotarlo de recursos, mandó combatirlos y exterminarlos. Puso precio a las cabelleras de los indios y en particular a la del jefe Victorio.
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La muerte de Victorio sería vengada por las hordas que sobrevivieron a Tres Castillos y que eran capitaneadas por el indio Ju que fue personalmente a cobrarse la afrenta.
Apenas terminaban las celebraciones por la victoria de Tres Castillos, cuando Ju y Gerónimo sembraban el terror en el noroeste del estado.
En Plan de Álamos, Ju con 50 guerreros ataca y da muerte a unos rancheros, días después hace lo mismo con un grupo de vaqueros en el Puerto de los Magueyes y a principios de diciembre de 1881 cae sobre la hacienda del Torreón y se roba las bestias.
Las incursiones continúan y en dirección al sur llega al Ojo de Venado y mata una partida de ganado y a 90 kilómetros de la capital, en Laguna de Encinillas asalta una conducta de viajeros, asesina a todos y destroza los carruajes.
Joaquín Terrazas sale a perseguirlo y los apaches nuevamente regresan a Estados Unidos, pero reaparecen en Galeana nuevamente robando ganado para después volver a cruzar la frontera matando cuando hombre blanco se le atravesaba.
En Estados Unidos, el gobierno mueve tropas en Arizona al mando del general Crook con la finalidad de someterlos, lo que provoca que alrededor de 700 indios inicien una migración a la sierra de Chihuahua liderados por Ju y Gerónimo.
Al verse copados tanto en Estados Unidos como en México y sin más camino que buscar la paz, los líderes apaches acuerdan en varias ocasiones encuentros con Terrazas, los cuales se ven frustrados por la desconfianza mutua.
Finalmente en Casas Grandes, Ju decide negociar la rendición y lograr una paz sin condiciones mínimas. Joaquín Terrazas no le cree y prepara y ejecuta una emboscada.
Los apaches instalan su campamento a orillas del rio Casas Grandes y al amanecer el ataque de Terrazas se malogra cuando las tropas de Juan Mata Ortiz adelantan antes de tiempo el combate y los indios salen disparados en todas direcciones abandonando caballos, armas y numerosos muertos y heridos.
Horas después, Joaquín y Juan Mata Ortiz ven aproximarse un jinete, lo identifican como el indio Ju, pero no disparan por creer que intenta negociar la paz.
Al llegar hasta donde estaban los militares chihuahuenses, el apache amenaza:
“Tú, Joaquín, ¡traicionero!, ¡maldito!, y para ti ‘capitán gordo’, no balazos, no cuchillos, no lanza, no flechas; para ti: ¡lumbre!
A partir de ese momento, Ju no vuelve a solicitar la paz ni tregua alguna, sólo el empeño de cumplir su juramento.
En septiembre de 1882 reaparece robando ganado y asesinando personas en la región del noroeste.
Juan Mata Ortiz, sin esperar refuerzos, sale a perseguirlos desde Galeana con una partida de apenas 21 hombres y el 13 de octubre por la mañana se encuentra con ellos en una loma cerca del Charco de los Arrieros donde la superioridad numérica de los apaches se impone.
En esta batalla Ju cumple su promesa y pese a perder numerosos guerreros por los disparos de los hombres de Mata Ortiz, logran capturarlo vivo y llevarlo a la cumbre del cerro donde amarrado, lo quemaron en una hoguera.
Ju y sus hombres huyen a la sierra de Chihuahua y meses después, el jefe indio muere al caer con su caballo a un barranco en un accidente que algunas versiones señalan que fue provocado por sus subalternos para buscar finalmente la paz y otras que fue por el estado de ebriedad en el que se encontraba el apache.
Gerónimo asume el mando
Tras su muerte, asumiría el mando de las hordas apaches Gerónimo quien con 40 hombres logró mantenerse en pie de guerra otros 35 meses más, a salto de mata a través de Arizona, Nuevo México, Sonora y Chihuahua hasta finalmente entregarse al Ejército de Estados Unidos para ser recluido en una reservación junto con todo su pueblo donde vería el final de sus días sobreviviendo de lo que los turistas le daban por tomarse fotos.
Fuentes: Memorias, La guerra contra los Apaches, Joaquín Terrazas; Chihuahua, Textos de su Historia, Graciela Altamirano, Guadalupe Villa; Breve Historia de Chihuahua, Luis Aboites; La guerra apache en México, Filiberto Terrazas
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